Mientras otros declaman los volcanes,
yo le grito al cosmos
y sale mi vocecita de hormiga.
Mientras deja de existir el tiempo
para dar paso a las palabras,
un perro ocupa mi lecho
y sus últimos respiros.
Ya miro la noche,
pensando en los sueños sacrificados,
me apronto a borrar huellas
de una musa que me importuna
y de un gato que husmea
rastrojos bajo el suelo
donde pongo mis pies.
Más allá de los cristales,
van despertando los monstruos
que conducen a los vivos
en la muerte cotidiana.
Me avisan del deber soñar,
y no olvido
que también
debo hacer ladrillos,
aunque siga la inoportuna,
quien más bien es mi fortuna.
2 comentarios:
Me encanta tu estilo.
Gracias...
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