miércoles, 10 de noviembre de 2010


Mientras otros declaman los volcanes,

yo le grito al cosmos

y sale mi vocecita de hormiga.


Mientras deja de existir el tiempo

para dar paso a las palabras,

un perro ocupa mi lecho

y sus últimos respiros.


Ya miro la noche,

pensando en los sueños sacrificados,

me apronto a borrar huellas
de una musa que me importuna
y de un gato que husmea
rastrojos bajo el suelo
donde pongo mis pies.

Más allá de los cristales,
van despertando los monstruos
que conducen a los vivos
en la muerte cotidiana.

Me avisan del deber soñar,
y no olvido
que también
debo hacer ladrillos,
aunque siga la inoportuna,
quien más bien es mi fortuna.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encanta tu estilo.

Motita dijo...

Gracias...