miércoles, 29 de septiembre de 2010

Soy el kurü narki

Echado en un cartón,
con la mirada
conscientemente perdida,
con el pensar aturdido.

Algunas veces tiñoso,
otras veces desnutrido,
más a menudo,
panzón y desarmado.

Con garras de papel,
con dientes de lija mojada
y patas atrofiadas,
con orejas alzadas
y olfato adiestrado.

Soy el kurü narki
rodeado de ratas
que lanza inapetente sus ojeadas
y tira arañazos de desdén,
que anhela por venganza,
impregnar de meado
los tesoros y artefactos
de la ajena vanidad.

Soy el soñante
que añora lanudos arcoiris,
que revive sus mundos perdidos,
y deambula entre artilugios escondidos,
inexplicables
para al discernimiento humano.

He sido blanco,
ha sido rosado mi pelaje,
he intentado saber en vano
de aquel celeste que alguna vez
inundó mi ser,
me han vestido los colores,
Y he sido...
también soy
el kalfú narki.

Soy mi alma fuera de mí
impresa en su existencia,
impresa en su fin...

Ahora, del kurü narki
soy yo la sombra
porque antes,
siempre,
fue mi sombra dulce,
él,
mi kurü narki.

(Morelia Cancino, septiembre 2010)

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